Una reciente investigación realizada en Chile por el Observatorio del Envejecimiento de la Universidad Católica reveló que si en 1990 el 8% de los mayores de 60 años vivía solo, hoy la cifra supera el 13%. Estos datos generan preocupación, si se considera que a medida que aumenta el número de personas mayores que no viven acompañadas, también lo hace la tendencia al aislamiento.

“Uno de los próximos desafíos que tiene nuestro país y sus ciudadanos mayores, es cómo éstos se relacionarán entre sí y si existen alternativas para ellos a medida que se van quedando solos. Si bien la independencia no es necesariamente negativa, es importante diferenciar a quienes lo deciden por autonomía, de las personas que se sienten solas. En estos últimos casos, compartir son sus pares y vivir rodeados de amigos puede ser inmensamente positivo”, explica Valeria Jeldres, psicóloga de residencias para adultos mayores autovalentes.

En esa línea, generar nuevos lazos afectivos ha sido una de las tendencias que ha tomado más fuerza en los últimos años, de la mano de comunidades y espacios o residencias que propician la vida en comunidad, donde la interacción social podría incluso fortalecer el sistema inmune hasta la mejora de la memoria y estabilización de la presión arterial.

De hecho, según el Instituto Nacional de Envejecimiento de los Estados Unidos NIA, las relaciones sociales están directamente relacionadas con biomarcadores de salud física, mental y emocional y pueden generar menores riesgos de enfermedades degenerativas como Alzheimer, osteoporosis, enfermedad cardiovascular, y algunos tipos de cáncer.

“Los adultos mayores están viviendo una etapa de su vida en la que vienen con una ‘mochila’ emocional muy cargada. Muchos han enviudado, algunos se han separado, y otros no tienen hijos, o nietos con quienes compartir de manera regular o esporádica. Al vivir en un entorno donde pueden socializar con personas de su misma edad, logran conectar con recuerdos y experiencias similares, lo que los hace tener una historia en común, aun cuando se estén recién conociendo”, comenta Gloria Salfate, ejecutiva de residencias para adultos mayores.

Si bien con la llegada de la jubilación, el fin de la jornada laboral y el cese de las obligaciones familiares, las personas sobre 60 años cuentan con más tiempo libre, al mismo tiempo suelen tener una vida más solitaria. “Muchas veces resulta complejo conectar a niveles profundos con generaciones más jóvenes, por eso el apoyo y comprensión de los pares rejuvenece incluso más que la presencia de personas menores”, explica Valeria Jeldres.

En ese contexto, la interacción humana se hace especialmente relevante en esta etapa de la vida y crea cuatro instancias claves para el beneficio físico, social y emocional de los adultos mayores.

  1. Mantenerse ocupado: los grupos de pares hacen que las personas tengan un panorama, llenando su repentinamente vacío calendario con actividades desde conversación, juego de naipes, tejer, etc. “Mantener la mente ocupada los ayuda a alejarse de pensamientos de tristeza o nostalgia que pudieran sentir las personas mayores”, explica la ejecutiva de residencias.
  2. Buscar un nuevo hobby: realizar una actividad en conjunto impulsa una competitividad sana entre las personas. Expertos sugieren que este intercambio de ideas y experiencias mantiene la salud mental en buen estado.
  3. Mantención de la propia imagen: las relaciones sociales llaman a mantener la presentación personal, “A pesar de ser adultos ya consolidados en su autoimagen, todos desean ser apreciados frente a sus pares, por lo que peinarse, arreglarse y maquillarse en el caso de las mujeres- se convierten en hábitos diarios que elevan su autoestima”, explica la psicóloga.
  4. Estilo de vida saludable: el apoyo mutuo entre amistades es la motivación que impulsa llevar un estilo de vida saludable, practicando ejercicios, incorporando alimentación sana y otras conductas de autocuidado.

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